El consumo de drogas en la
población joven resulta particularmente problemático por las consecuencias
sociales y por su estrecha relación con efectos negativos de amplia
preocupación social, entre los que destacan enfermedades y adicciones,
conductas violentas y accidentes de tránsito.
El problema del consumo de drogas
en Chile afecta a toda la población,
pero es más visible identificarlo en
grupos de mayor vulnerabilidad en quienes se ha focalizado la política
pública de los últimos años.
Actualmente, existe un alto nivel
de consumo de marihuana y alcohol en la población adolescente, un consumo de
tipo problemático de pasta base y cocaína en la población de nivel
socioeconómico bajo y un alto nivel de consumo de riesgo de alcohol en toda la
población .Ser joven no sólo significa dejar de ser niño, sino que también es
la entrada a una nueva etapa distinta de la de los adultos; se trata del
ingreso a un mundo propio de lo juvenil, donde se establecen formas específicas
de expresión, códigos y discursos.
El proceso de elaboración de la
propia identidad que acompaña esta etapa se basa en prácticas que buscan
construir y delimitar la propia identidad desde una perspectiva juvenil, es
decir, a partir de experiencias en que se establezca la distancia y separación
entre el mundo de lo juvenil y adulto. En este sentido, el consumo de drogas es
una experiencia que busca escindir ambos mundos y transgredir el orden
establecido por los adultos.
En este proceso, las personas
jóvenes necesitan sentirse parte de algo, es decir, necesitan sentir que son
iguales a otros, pero a su vez, que son diferentes. Transgredir la norma,
sentido implícito en el uso de drogas, también es un acto que genera identidad
entre las personas jóvenes, en tanto se construye un orden social nuevo que
infringe el de los adultos, produciéndose un distanciamiento respecto a ellos.
De este modo, consumir sustancias en el espacio público o al interior de
espacios institucionales –como la calle o el liceo- es un acto que pone en duda
la efectividad de los mecanismos de control que tiene el mundo adulto para
ejercer sobre la juventud.
Ahora bien, no todas las drogas
generan la misma imagen o representan lo mismo: fumar un cigarrillo resulta muy
diferente que aspirar cocaína o consumir éxtasis. Cada droga está vinculada a
una representación y conjunto de valoraciones determinado, lo que implica
cierto nivel de conocimiento respecto a las sustancias y una actitud o
disposición a su consumo –favorable o desfavorable-. Por ejemplo, el consumo de
alcohol y marihuana tiende a aparecer como algo cotidiano dentro del espacio
universitario, se trata de una práctica naturalizada y es parte de la
socialización que experimentan los estudiantes dentro de ese contexto; no
sucede del mismo modo con sustancias como la cocaína o la pasta base, las
cuales son rechazadas fundamentalmente por asociarse a niveles de adicción mayor.
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